“Cerraron 5 hospitales porteños”. Parece mentira pero un día en el futuro cercano podríamos amanecer con este titular. Muchos porteños no saben de la existencia del proyecto “Complejo Hospitalario Sur”. Este propone cerrar cinco hospitales emblema de la ciudad (el IREP, el Marie Curie, el Ferrer, el Udaondo y el Muñiz) para unificarlos en una sola entidad y mudarlos al interior del predio donde hoy se ubica el Hospital Muñiz.
Este proyecto sufre de las mismas falencias que otras iniciativas oficiales: la falta de consenso. En las visitar a Hospitales que hemos realizado con la Defensoría del Pueblo de la Ciudad los trabajadores, pacientes y sus familias reconocen que no fueron consultados y desde el gobierno no hay información que profundice sobre qué ocurrirá con los pacientes en el intervalo que dure la mudanza. De la misma forma que el proyecto que busca reunir 23 profesorados en una única institución conocido como UNICABA falta el dialogo con aquellos que trabajan y garantizan el funcionamiento de las instituciones. Es preciso potenciar y mejorar estas áreas, pero no existe ningún avance si se hace mediante imposiciones y secretos.
Ante este escenario vale preguntarse por las prioridades del gobierno porteño. En un contexto de abierta recesión económica ¿es fundamental abordar este proyecto que promete complicaciones y un desembolso extraordinario de fondos? ¿No sería pertinente poder garantizar en primera instancia la excelencia en el sistema de salud público antes de abordar estas iniciativas?
Otro problema que el gobierno no aborda es el disímil estado de infraestructura de cada uno de los hospitales afectados. Tomemos el ejemplo del IREP y el “Marie Curie”. El primero ha recibido renovaciones en los últimos meses y mantiene un estado magnifico en comparación al de otros hospitales. El otro hoy no opera a toda su capacidad, sufrió el cierre de un quirófano por obras de remodelación y carece de infraestructura y recursos para brindar servicios de forma correcta. ¿Cómo impactará esta diferencia? El gobierno necesita brindar claridad sobre cómo hará para que las falencias de algunos centros de salud no arrastren a los de otros. Tampoco existen determinaciones sobre qué ocurrirá con los espacios donde hoy funcionan los hospitales una vez que estos sean cerrados y mudados.
Otra variable que no ataca el gobierno es la viabilidad o conveniencia de reunir hospitales con dinámicas y especialidades propias. Por ejemplo el Hospital Muñiz, donde se proyecta la instalación final del Complejo Hospitalario Sur, tiene su especialidad en el área de enfermedades infecciosas, lo que le brinda una arquitectura y necesidades específicas ¿No existe un vector de riesgo en reunir este hospital con uno como el IREP especializado en la rehabilitación de sus pacientes? Pareciese que las motivaciones de mudar estos hospitales están lejos de poder brindar un mejor servicio en salud.
Con todo esto que expreso no me opongo a una revitalización del área de salud. Al contrario creo que precisamos mejorar exponencialmente la salud pública, pero este no es el camino correcto. Contamos con hospitales y profesionales de primer nivel que producto de la des financiación, la tercerización y el abandono solo pueden realizar su labor de forma precaria, brindando un servicio que lejos está de la excelencia.
Es fundamental contar con la certeza que brinda la información, para poder comenzar un verdadero proceso de debate sobre el diagnóstico de la situación del sistema de Salud, y poder construir de forma conjunta las alternativas que mejor garanticen todos los derechos de los ciudadanos.