El desafío que supone el covid-19 para Argentina y el mundo es enorme. No sólo nos obligó a replantear nuestras formas de interactuar, sino que ahora luego de casi 6 meses de políticas para contener el virus somos testigos de lo que realmente implica la “nueva normalidad”. Trabajo remoto, distanciamiento social, uso de tapabocas y una larga lista de protocolos a los que nos hemos ido adaptando. Sin embargo, de todos estos elementos hay un punto que es crucial y es el retorno a clases. Aunque existen medidas para mantener el vínculo entre docentes y estudiantes todos los sectores los reconocen como insuficientes. Y de la misma forma que se buscaron medidas creativas para reactivar el consumo en algunos rubros hoy se demandan medidas creativas para retomar las clases.
En primer lugar, es importante señalar que las personas de entre 0 y 16 años son quienes menos riesgos corren frente al virus. Los aumentos en enfermedades en menores de edad que se observaron mundialmente están asociados principalmente a los daños colaterales que la pandemia y las medidas tomadas para controlarla tienen sobre el sistema de salud y la economía[1].
Por otro lado, es cierto que la apertura de los colegios implica un riesgo de contagio para los padres, los docentes y los empleados del sector educativo. Sin embargo, con las medidas correctas este riesgo puede ser controlado como ocurre en casi todo el resto del mundo.
Asimismo, la mayoría de la evidencia apoya la teoría de que la apertura de colegios muy difícilmente cause un rebrote en el virus que amenace el sistema en su conjunto. Según un meta-análisis publicado en la prestigiosa revista científica The Lancet no existe evidencia que permita afirmar que los colegios representan un foco serio de contagio. El texto señala, por ejemplo, la amplia y contundente evidencia empírica a favor del efecto nulo que tuvieron los cierres de escuela en distintos países de Asia para combatir el SARS[2].
Este trabajo también discute detalladamente un importante informe realizado por el Imperial College de Londres donde se estima en base a una simulación que el cierre de escuelas es una de las políticas públicas más efectivas para detener el esparcimiento del COVID-19[3].
La efectividad de una política pública surge de comparar sus beneficios contra sus costos. Por eso es esencial discutir abiertamente los graves costos que mantener las escuelas cerradas tienen sobre nuestra sociedad en el corto y en el largo plazo.
En el corto plazo, la situación de encierro y de falta de estímulo tiene graves consecuencias sobre los niños y sus familias. Los primeros informes muestran que el confinamiento está asociado con grandes aumentos en la violencia doméstica[4] y la explotación sexual[5], especialmente para quienes viven en condiciones de hacinamiento. Además, el encierro está asociado a deterioros psicológicos y físicos. Tanto la salud de los padres como de los niños se ve desgastada y se registran crecimientos en los niveles de ansiedad y depresión[6]. Físicamente el encierro y la falta de actividad también se asocian a un aumento en la malnutrición[7].
Sin embargo, los daños más graves de impedir a los chicos asistir a la escuela se verán en el largo plazo. La infancia es un periodo clave para el aprendizaje y el desarrollo cognitivo, la arquitectura cerebral está todavía moldeándose por lo que el estímulo durante estos años juega un papel fundamental por el resto de su vida.
Un detallado informe del banco mundial realiza una simulación en base a una tabla de productividad escolar por país que construyó la OECD y obtiene que para los países latinoamericanos un periodo de cierre de escuelas de 7 meses resulta en una caída en los años de educación promedio de 1,1 años debido a los altos niveles de deserción escolar a los que estarán asociados los cierres de escuelas. También se observa para Latinoamérica que habrá un 15% más de chicos en edad de nivel secundaria que no podrán resolver un examen de proficiencia mínima[8].
A esto se le suman muchos otros estudios que analizan las caídas en los salarios y en el nivel de producción en el largo plazo que implica esta pérdida de habilidades. Por ejemplo, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo indica que el cierre de instituciones públicas destinadas a la temprana edad estará asociado en Argentina con una caída del 6,6% del PBI actual en el largo plazo[9].
Estos efectos adversos no golpean a todos igualmente, sino que afectan especialmente a los que menos tienen. El hacinamiento, la falta de acceso a servicios básicos, la disparidad en la habilidad de los padres y el acceso desigual a la tecnología magnifican los efectos perversos del cierre de escuelas y profundiza la desigualdad. La duración de la pobreza infantil puede abarcar todos los años de la primera infancia o más. Los estudios de crisis económicas demuestran el potencial de efectos negativos durante toda la vida de la exposición a la pobreza en una etapa temprana de la vida, con efectos más graves asociados con una exposición más prolongada a la pobreza.
En un país donde más del 50% de los chicos son pobres el rol de la escuela no puede ser suplantado, por más que se entreguen computadoras y se determine que el internet es un servicio público[10].
Es importante diseñar una salida que incluya a docentes, padres, profesionales de la educación y a miembros de todas las esferas políticas. En este sentido la Doctora Alejandra Cardini y el especialista en educación Esteban Torre presentaron a través de CIPPEC cinco pilares[11] que toda estrategia para pasar a una educación con distanciamiento social debe tener en cuenta. Me tomo el atrevimiento de compartir los datos que considero esenciales para el diseño de una política pública que vaya más allá de la ideología:
1. Espacios Seguros: Los planes deben comenzar en aquellas áreas en las cuales no hay circulación del virus, contemplando la diversidad de escenarios en un mismo territorio. Y allí donde la situación lo permita, la actividad en las escuelas debe contemplar medidas de distanciamiento social y de seguridad y estar equipadas con elementos de higiene.
2. Justicia Educativa: Con la presencialidad, el Estado recupera una herramienta clave para mitigar las desigualdades que la pandemia profundiza. En tanto bien público escaso, la presencialidad debe distribuirse con un criterio de justicia que priorice a los estudiantes que más lo necesitan, a quienes han estado desconectados y desprotegidos en tiempos de aislamiento. Para ellos, la presencialidad tiene un sentido muy específico y es evidente que esa trama de vínculos y experiencia cotidiana en el espacio escolar no puede recrearse con la presencialidad suspendida.
3. Flexibilidad: A su vez, un plan de reapertura de escuelas debe integrar como componente propio de su planificación los protocolos de intervención ante casos de contagio y cierre de un establecimiento. De esta manera, se favorecen las posibilidades de cortar la transmisión del virus.
4. Creatividad: Para volver a las aulas es necesario ensayar soluciones creativas en relación con el uso de los espacios y el tiempo escolar. Hay que aprovechar todos los ámbitos a disposición para enseñar y aprender, dentro y fuera de la escuela (patios, pasillos, clubes, bibliotecas, parques). Flexibilizar los tiempos escolares permite multiplicarlos (a través de la creación de nuevos turnos) y desconcentrar alumnos, eliminando las horas pico.
5. Confianza: Cualquier estrategia de reapertura de escuelas se beneficiaría de la construcción de vínculos de confianza entre autoridades, docentes, familias, alumnos y alumnas. La participación de la comunidad educativa en espacios de diálogo y definición de los planes es clave para favorecer la asistencia y el cumplimiento de los protocolos ante eventuales complicaciones.
[1] COVID-19 and children. Disponible en: https://data.unicef.org/topic/covid-19-and-children/. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.
[2] School closure and management practices during coronavirus outbreaks including COVID-19: a rapid systematic review en The Lancet. Disponible en: https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(20)30095-X/fulltext#seccestitle40. Recuperado el 28 de septiembre de 2020
[3] Report 9: Impact of non-pharmaceutical interventions (NPIs) to reduce COVID19 mortality and healthcare demand en Imperial College London. Disponible en: https://dsprdpub.cc.ic.ac.uk:8443/handle/10044/1/77482. Consultado el 28 de septiembre de 2020.
[4] Family violence and COVID-19: Increased vulnerability and reduced options for support. Disponible en: https://onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1111/inm.12735. Consultado el 28 de septiembre de 2020.
[5] How Ebola led to more teenage pregnancy in West Africa en Quartz Africa. Disponible en: https://qz.com/africa/543354/how-ebola-led-to-more-teenage-pregnancy-in-west-africa/. Consultado el 28 de septiembre de 2020.
[6] Mental health effects of school closures during COVID-19 en The Lancet. Disponible en: https://www.thelancet.com/journals/lanchi/article/PIIS2352-4642(20)30109-7/fulltext?mod=article_inline. Consultado el 28 de septiembre de 2020.
[7] Child malnutrition and COVID-19: the time to act is now en The Lancet. Disponible en: https://www.thelancet.com/article/S0140-6736(20)31648-2/fulltext#:~:text=The%20COVID%2D19%20pandemic%20is%20also%20expected%20to%20increase%20other,human%20capital%2C%20and%20national%20economies. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.
[8]Simulating the potential impacts of COVID-19 school closures on schooling and learning outcomes: a set of global estimates. Disponible en: http://pubdocs.worldbank.org/en/798061592482682799/covid-and-education-June17-r6.pdf. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.
[9] Economic Costs of Preprimary Program Reductions due to COVID-19 Pandemic de Inter American Development Bank. Disponible en: https://publications.iadb.org/en/economic-costs-preprimary-program-reductions-due-covid-19-pandemic. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.
[10] Incidencia de la pobreza y la indigencia en 31 aglomerados urbanos. Disponible en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/eph_pobreza_02_195EFE752E31.pdf. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.
[11] Cinco pilares para una educación con distancia social de CIPPEC. Disponible en: https://www.cippec.org/textual/5-pilares-para-una-educacion-con-distancia-social/. Recuperado el 28 de septiembre de 2020.