La COP 26 es el encuentro de líderes políticos y económicos más importante del año, donde se anuncian diversas medidas tendientes a atender la agenda de la crisis climática. Es organizada por la ONU en Glasgow y transcurrió desde el 31 de octubre hasta el último 12 de noviembre.
Con la participación de casi 200 países y la ausencia de los mandatarios de Rusia y China como punto a destacar, la conferencia dio como resultado la adopción del Pacto de Glasgow para incrementar la lucha contra el cambio climático, su financiación y con vistas a disminuir el calentamiento global a un tope de 1,5 °C. Sin embargo, cabe señalar que no existieron ni se dejaron establecidas las garantías para que este último punto se cumpla, algo que el activismo ambiental e incluso la ONU calificó de contradictorio y que claramente no logró estar a la altura de las necesidades.
En dicho texto, se propone “que los Estados signatarios presenten a finales de 2022 -tres años antes de lo previsto- nuevos compromisos de recortes de emisiones de gases de efecto invernadero, pero teniendo en cuenta las diferentes circunstancias nacionales.” Lo cierto es que los objetivos de los países mas pobres de lograr financiamiento y facilidades para adaptarse a una crisis climática en la cual ellos poseen menos culpas que las grandes potencias, no lograron prosperar y, de hecho, en el texto no figuran fechas ni montos para la ejecución de tales financiamientos.
Por otro lado, dicho texto demandó grandes negociaciones debido a las fuertes oposiciones realizadas por parte de los representantes de India y China a un articulo en el cual se mencionaba la necesidad de tomar acciones respecto a los combustibles fósiles debido a que son los principales responsables del calentamiento global. Desde el borrador inicial hasta el final, se pasó de “Exhortar a eliminar gradualmente su uso” a simplemente “reducir gradualmente y acelerar los esfuerzos hacia la eliminación” del carbón, dejando de lado al gas y al petróleo, por ejemplo. Este punto resulta alarmante, dado que se esperaban mayores compromisos en relación a ir abandonando el uso de los mismos como elemento fundamental para alcanzar los objetivos del Acuerdo de Paris de mantener el calentamiento climático debajo de 1,5°C. Los intereses económicos existentes en los países que dependen de ellos para su crecimiento económico jugaron un rol clave en las mesas de discusión. Lo cierto es que era un objetivo a lograr de los mas esperados y no pudo ser acordado.
También se señalo con pesar la falta de cumplimiento de la financiación prometida por las naciones desarrolladas a los países en desarrollo para adaptación y mitigación del cambio climático, que desde el año 2009 contaba con 100.000 millones de dólares anuales a otorgar a dichas naciones. También se llamó a cumplir con este punto vital de cara al año 2025.
En lo que respecta a nuestro país, el gobierno nacional firmó el compromiso para frenar y revertir la deforestación junto a mas de 100 lideres globales y también Alberto Fernández ratificó el compromiso de la Argentina con el Acuerdo de París. El presidente señaló que nuestro país “adopta la lucha contra el cambio climático como política de Estado”. Ambos puntos resultan fundamentales en vistas de que nuestro país es el 14º en mayor cantidad de emisiones acumuladas desde 1850 hasta la fecha, y se ubica en el 5º puesto de cantidad de emisiones per cápita, algo que precisa ser modificado de forma urgente si buscamos contribuir en la transición productiva y socioambiental que precisa nuestro planeta
Como reflexión final, podemos decir que los objetivos de la COP continúan sin conquistarse. Ningunas de las veintiséis conferencias han logrado que los gobiernos tomen de forma seria y definitiva la peor crisis humana de la historia, la crisis climática. Aunque se haya generado el texto que establece un sinfín de compromisos y acuerdos, lo real es que la mayor parte de los mismos resultan no vinculantes, con lo cual, nadie puede garantizar que los mismos vayan a cumplirse. De hecho, el mismo presidente de la cumbre, Alok Sharma, calificó al acuerdo de insuficiente y remarco la necesidad que existió de asegurar y proteger los acuerdos conquistados, aunque resulten decepcionantes de cara a lo que se esperaba y necesitaba en este momento de crisis.
La lucha contra el cambio climático no reconoce fronteras ni regiones. Cada gobierno de este planeta y los lideres de diferentes ámbitos deben comprender que precisamos alcanzar nuevos paradigmas socioambientales y civilizatorios, con el esfuerzo colectivo de todas las naciones con sus ciudadanos incluidos. Aunque las conferencias internacionales no logren sus objetivos o se enreden en intereses particulares, debemos continuar avanzando en las medidas de contención y abordaje del cambio climático, buscando soluciones innovadoras que nos lleven hacia ese futuro sostenible que tanto precisamos y anhelamos.