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Cuba nos duele

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Nuevamente nos toca ver imágenes de hermanos latinoamericanos peleando por sus derechos más básicos; Elegir qué comer, qué estudiar, a quién amar y en quién delegar sus derechos políticos. Y esto a los amantes de la democracia y las libertades nos duele, nos duele en el alma.

La isla atraviesa su peor momento desde que comenzó la pandemia: pico de contagios, colapso hospitalario y una alarmante escasez de medicinas.

Cuba importa cerca del 70 por ciento de los alimentos que consume y el Gobierno tiene cada vez menos divisas para comprar dichos alimentos. Parte del resultado de esta escasez se refleja en las largas filas y en las subidas de precios de productos claves como leche, carne de cerdo o arroz.

Según el plan estratégico (2021-2024) del Programa Mundial de Alimentos (PMA) para Cuba, la dieta del hogar cubano medio es pobre en micronutrientes y no es lo bastante saludable ni variada debido a una disponibilidad de alimentos nutritivos reducida e inestable, a factores socioeconómicos y a unos hábitos alimentarios inadecuados. Como consecuencia, persiste una doble carga de la malnutrición; esto es, la carencia de micronutrientes y el sobrepeso y la obesidad, que son un motivo de preocupación cada vez mayor para las autoridades sanitarias.

Con respecto al colapso sanitario, la situación parece ser una paradoja, ya que hablamos de que es el país que lidera la carrera de las vacunas contra la covid-19 en Latinoamérica, pero los profesionales sanitarios denuncian la desidia del régimen y las precarias condiciones del sistema de salud. La situación no hace más que empeorar con el paso de los días, y en Cuba realmente está afectando la COVID junto con otras epidemias, como la de sarna, y la hambruna, que es criminal.

Desde hace 60 años de una revolución ponderada por quienes nos consideramos progresistas, se observa una prolongada decadencia económica, tecnológica, social y cultural tras la cual solo queda una simple y sencilla dictadura.

Lamentablemente el encarcelamiento de opositores, disidentes e incluso periodistas, no pueden esconder la tragedia de un pueblo que se desangra. Más allá de toda ideología, de toda lectura política, hay vidas humanas que padecen un régimen que lejos de ser revolucionario ha devenido en extremadamente conservador y dictador.

Las viejas promesas de revolución hace años que son un duro límite para la vida del pueblo cubano. La única soberanía posible provendrá de la autodeterminación de su pueblo, para decidir sobre sus vidas, expectativas, destinos y deseos.

Por una Cuba LIBRE y DEMOCRÁTICA.

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