La aparición del covid-19, el aislamiento y las restricciones a la movilidad pusieron en pausa el problema de tránsito que atravesamos en la Ciudad.
Lejos de desaparecer el problema persiste. Es verdad que ya no es una parte crucial del día a día de muchos y para los que siguieron utilizando el transporte público o se desplazan con automóviles, motos o bicicletas han notado un descenso en la cantidad de tráfico que encuentran. Pero poco a poco iremos regresando a la normalidad y aunque el trabajo remoto probablemente se adopte en varios rubros no pasará mucho tiempo hasta que las arterias de la ciudad vuelvan a estar congestionadas.
Es más, el descenso en el tráfico supone un gran momento para la adopción de políticas y medidas que permitan aminorar los congestionamientos. Buenos Aires es una ciudad hiperconcentrada en pocos barrios y es necesario realizar algunas modificaciones. Desde ya los esfuerzos por descentralizar el gobierno y mudarlo a otros puntos de la ciudad es una medida positiva.
Muchas veces nos encontramos con escasa conectividad entre barrios y recorridos que no deberían tomar más que algunas decenas de minutos pueden llegara tardar horas entre trasbordos y combinaciones. Descentralizar es una gran medida, pero hay que garantizar la conexión de nodos a través de un sistema de transporte eficiente.
Uno de los problemas es el enorme tamaño del parque automotor. Hoy es crucial desincentivar el uso del automóvil para reducir el tráfico. Límites a la circulación en barrios densamente transitados, la implementación del estacionamiento medido y un sistema de control del tránsito son medidas que ayudan. Sin embargo, hasta que no contemos con una red de transporte público que pueda competir con la comodidad y la eficacia de desplazarse en vehículos particulares el transito porteño seguirá constreñido.
Hemos visto la implementación de medidas positivas. Hoy la red de subterráneos y el sistema de colectivos están cronometrados y permiten saber cuando la próxima unidad se acercará a la estación o parada. Esto ayuda a la planificación de la rutina y permite mayor previsibilidad. Sin embargo, las falencias estructurales del sistema permanecen y muchas veces son excusadas por las empresas concesionarias como resultado de un problema recaudatorio. Lo que terminamos viendo es no sólo la prestación de un servicio subóptimo, sino que también la falta de inversión e innovación en un sistema de transporte que supo ser de primera línea.
¿Cuáles son algunas innovaciones que podrían adoptarse? La implementación de sistemas de información y la integración de dispositivos móviles son dos deudas del sistema de transporte porteño. Podrían incorporarse plataformas digitales para el cobro y la administración del estacionamiento medido, como también podrían integrarse el sistema de pasajes de colectivos y subtes. Existen otros problemas estructurales que dificultan su implementación, pero la incorporación de un sistema de boletos escalonado permitiría satisfacer las necesidades de movilidad de distintos grupos a la vez que maximizaría lo recaudado por el sistema de transporte.
Ya sabemos que el futuro del transporte es reducir los automóviles y apostar por el transporte público. Sólo nos queda tomar medidas que efectivamente nos conduzcan a ello. Buenos Aires es una ciudad increíblemente dinámica pero necesita transformarse en una Ciudad Inteligente urgentemente. Solo con la incorporación e integración de tecnología y sistemas de información podremos aprovechar todo el dinamismo que nuestra ciudad ya goza. No sólo tendremos más tiempo para dedicarle a nuestro trabajo, estudio y ocio, sino que también podremos disfrutar de una ciudad más tranquila, más limpia y sana.