En nuestro país se genera aproximadamente una tonelada de basura cada dos segundos, lo que equivale a 49.000 diarias y 18 millones de toneladas anuales de las cuales la mayor parte son residuos sólidos urbanos (RSU) y la generación doméstica es la que mayor peso tiene en ellos, compuestos por una tercera parte de papeles, cartones y derivados y el resto corresponde a metales, vidrio, plástico y pilas.
Si bien nuestra región representa un 10% de la generación mundial y se espera que para el 2050 llegue a un 25% al menos (671.000 tn/día), cabe señalar que nuestro país es el principal productor de RSU per cápita de toda la región.
Por otro lado, la recolección en la región llega a ser del 94% ,lo cual es un valor muy elevado en comparativa con otras pero aun así, los problemas de disposición representan un grave problema socio-ambiental : La tercera parte de los residuos generados termina en basurales a cielo abierto, lo cual sumado a las malas prácticas en el manejo de los mismos, resulta en un enorme impacto ambiental y sanitario para las poblaciones cercanas a las zonas de disposición, y para quienes sustentan sus necesidades en base a lo que puedan obtener en dichos lugares. En América Latina y el Caribe, el reciclaje y la recuperación de residuos presenta un escenario poco alentador: En promedio se recupera tan solo el 10% de lo que se descarta.
Según el Estudio de Calidad de los RSU del Área Metropolitana de Buenos Aires elaborado por la Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE) y la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Buenos Aires, se estima que CABA recicla el 46% de sus residuos generados y que hay un 40% de material potencialmente reciclable que llega a los rellenos cada día, es decir, que queda mucho camino por andar.
Por su parte, dichos residuos se componen de la siguiente forma:
Por otro lado, el acceso a la información y datos fiables sobre la gestión de residuos en nuestro país dificulta el análisis situacional y la toma de decisiones basadas en evidencia, lo cual sin dudas es un eje para trabajar no solo a nivel de gobernanza local, sino como política necesaria para planificación a nivel nacional y regional.
Resulta fácil comprender que la gestión de los residuos, su disminución en origen y su reciclado son algo crucial en un país y una ciudad. En este sentido, existe una mejora en algunos índices de gestión integral de residuos sólidos urbanos, aunque de forma heterogénea en todo el país. Se observa un aumento en la cobertura en la disposición final adecuada, que era del 56 % para 2053 y fue del 63,1 % en 2017, aunque la misma difiere en función del tamaño de los gobiernos locales.
Esta heterogeneidad se encuentra supeditada a que la gestión de los RSU exige un desafío considerable para los gobiernos locales de menor tamaño o aquellos que se encuentran alejados de los centros urbanos.
La respuesta a la generación de RSU en la Ciudad se encuentra basada en un sistema de recolección y tratamiento diferenciado gestionado por el Servicio Público de Higiene Urbana. Este sistema se divide en:
- Fracción húmeda: Compuesta por basura (no recuperables). La recolección de estos residuos está a cargo de las empresas prestadoras que componen el Servicio Público de Higiene Urbana (SPHU).
- Fracción Seca: Compuesta por materiales reciclables. Estos materiales son recolectados por las Cooperativas de Recuperadores Urbanos.
El servicio de recolección de RSU en CABA se divide en siete zonas y su gestión se orienta a la eliminación progresiva de los rellenos sanitarios y tiene basamento en el programa de “Basura Cero”, adoptando las medidas pertinentes para la reducción en generación, su recuperación y reciclaje. Aquí reside la razón de la diferenciación entre Húmedos y Secos planteados previamente.
Por otro lado, desde el 2017 la Ciudad estableció como meta la reducción del 78% de los residuos dispuestos en rellenos sanitarios (CEAMSE), es decir, alrededor de 47.000 toneladas, y para ello fue necesario invertir en tratamiento y reciclado con el fin de lograr la reducción de los volúmenes mencionados.
Las diversas herramientas generadas para el manejo y reducción de RSU se encuentran compuestas de la siguiente manera:
- 15 centros de clasificación de residuos, distribuidos en 5 de las 15 comunas
- Los residuos secos son recolectados y/o clasificados por 12 Cooperativas de Trabajo distribuidas en diferentes comunas.
- El Centro de Reciclaje de la ciudad, compuesto por 5 plantas de tratamiento y un centro educativo, en el cual se tratan residuos que de otra forma terminarían en rellenos sanitarios. Las plantas se dividen en:
- Tratamiento de Residuos de Construcción y Demolición
- Planta de Tratamiento de Botellas de PET
- Separación de Reciclables
- Tratamiento de Residuos Forestales
- Tratamiento de Orgánicos
- Se encuentran distribuidas en todo el ejido urbano más de 3000 Campanas Verdes destinadas a la separación de residuos.
- Existen 50 Puntos Verdes Especiales distribuidos en las diferentes comunas de la ciudad, donde se recepcionan materiales reciclables, eléctricos, electrónicos, aceites vegetales usados y cartuchos de tinta y toners. También hay puntos verdes móviles que recorren todos los barrios porteños en búsqueda de recolectar los residuos mencionados.
Además, desde el año 2006 la ciudad cuenta con la Ley de Basura Cero y sus normativas derivadas, las cuales buscan la reducción progresiva de los RSU bajo tiempos y metas concretas que buscan establecer una sólida gestión integral de los mismos.
La misma, describe dos tipos de generadores, los individuales (hogares) y por otro lado los generadores especiales, compuestos por edificios públicos, hoteles, comercios, etc. En ambos casos es obligatoria la separación por tipo de residuo y pueden aplicarse multas en caso de no realizarse.
A su vez, la separación en origen domiciliaria tiene diversas alternativas para el manejo de reciclables de forma diferenciada: En primera instancia, los encargados o porteros de edificio desarrollan la modalidad puerta a puerta en coordinación con los recuperadores urbanos de las diferentes cooperativas para hacer entrega en mano de dichos materiales. En este caso, es precisa la participación de los vecinos, administradores de consorcios y también, como se mencionó previamente, de los encargados de edificio. En segunda instancia, se encuentra la utilización de las campanas verdes mencionadas por parte de los vecinos y pequeños comercios y permiten la separación entre plásticos, cartón, Telgopor, papel y metal por medio de recintos diferenciados.
Sin dudas, aún queda mucho camino por andar, o, mejor dicho, desandar para alcanzar los niveles correctos de sustentabilidad en nuestras ciudades y de esta forma asegurar un futuro equilibrado en materia socioambiental y, por lo tanto, sanitaria, para lo cual es menester fortalecer las agendas ambientales de todo nuestro país, y con mayor énfasis aún en las grandes urbes. Si bien no es solo una cuestión monetaria es cierto que, debido a la misma problemática en parte, es preciso contar con grandes inversiones y desarrollos que permitan avanzar en la gestión y recuperación de residuos con horizonte en las nuevas tecnologías desarrolladas en todo el mundo para tal fin y, a su vez, nuevas herramientas de gobernanza que acompañen al crecimiento tecnológico y a los nuevos desafíos medioambientales que presenciamos.
En esta línea, es preciso destacar que, en materia de presupuesto en el 2021, el GCBA recortó 1100 millones de pesos (ajustados a precios de enero del 2020) de su gasto en ecología en relación con el año anterior; esto es un 14% de lo destinado a esta finalidad durante el año 2020.
Este recorte no se explica únicamente por la caída total en el gasto, ya que la función también sufrió un recorte del 0.6% en la participación del gasto primario.
En la siguiente tabla y gráficos podemos visualizar cómo fue destinado el presupuesto establecido:
De esta manera la inversión en ecología es una de las más castigadas, su participación en el gasto cayó en un 0.19%, siendo así la sexta función que más recortes sufrió en 2021 (de las diecinueve existentes).
Esto se reflejó en las tres áreas que se ocupan de cuestiones ambientales (El Ministerio de Espacio Público, Jefatura de Gobierno y Jefatura de Gabinete) como en las obligaciones a cargo del tesoro (los montos que el gobierno prevé gastar pero que no se asignan ninguna jurisdicción específica).
Como mencionamos anteriormente, la recolección de residuos se encuentra a cargo del ministerio de Espacios Públicos. A éste se le realizó un recorte de 911 millones de pesos durante el 2021, aproximadamente un 2% de su presupuesto del año anterior. Bajo el manto de este se encuentra la principal unidad ejecutora, la Subsecretaría de Higiene Urbana, que reparte entre sus dos direcciones generales (Limpieza y Reciclado) la responsabilidad del proceso de tratamiento de residuos urbanos en su totalidad. Como podemos ver en la tabla, la misma vio durante este año un aumento de su presupuesto, sin embargo, esto no incluye los gastos a cargo de sus Direcciones Generales, los cuales son muchísimos más importantes en magnitud.
El principal gasto sin duda son las transferencias realizadas a las empresas recolectoras: este gasto suele representar más del 50% del presupuesto del Ministerio y se encuentra a cargo de la DG de Limpieza. Podemos ver que, dentro de la tabla, esta dirección sufrió la caída de presupuesto más importante en cantidad, a pesar de haber sido pequeña en porcentaje. Esto es lógico dado que estamos discutiendo uno de los gastos más importantes del gobierno de la ciudad.
El caso opuesto ocurre con las DGs de Reciclado y Regeneración Urbanas que sufrieron recortes por montos muchísimo menos significativos, pero que representan una porción mucho mayor de su gasto total.
Finalmente, el ente de higiene urbana, la única empresa pública que se encarga de la recolección de la basura en la ciudad, vio su presupuesto recortado en un impresionante 47%, una proporción mucho mayor al 2% que se les recortó a las empresas privadas que brindan el mismo servicio. El resultado lógico de esto es una privatización de facto en los servicios públicos. Esto se traduce en un problema territorial, ya que el EHU era el encargado de la recolección en el sudoeste de la ciudad, particularmente en la comuna 8. Queda la incógnita de cómo propone el gobierno de la ciudad hacerse cargo de los recorridos en Villa Lugano y Villa Soldati ahora que se desfinanció la recolección en esa sección.
Sin dudas, todo lo mencionado va en detrimento de lo necesario en una ciudad como la nuestra, donde deben incrementarse los esfuerzos en lugar de reducirse, ya que sólo con intenciones ni es factible alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible necesarios.
Como cierre al presente documento, daremos algunas sugerencias e ideas y también reflexionaremos de cara a los desafíos ambientales por enfrentar, y también, las aristas que el escenario pandémico propone.
Hay una realidad que no podemos negar: Hasta que los gobiernos no dejen de ver a los residuos como un gasto y desperdicio, para pasar así a observarlos como posibles fuentes de recursos (tan preciados en este momento para cualquier gobierno y estado) no habremos tomado las riendas de las discusiones y mucho menos de las decisiones. Y es aquí donde las políticas públicas entran en juego : la educación ambiental, el consumo responsable, la valorización de los materiales recuperados, la economía circular y la gestión de residuos, entre otras, son las políticas que nos permitirán avanzar hacia el desarrollo económico, productivo y socio ambiental que permitirá, que como todo desarrollo real, sea sustentable y con fuertes bases para afrontar el cambio ambiental y el efectos pasivos y activos de los residuos y la contaminación generados hasta el momento.
La gestión de los residuos debe componerse de la reutilización y reciclado de los residuos, así como también la prevención acerca de la elección de los diferentes materiales y productos por parte de consumidores. Lograr estos objetivos puede darnos claves económicas reales mejorando el suministro de materias primas industriales, creación de puestos de trabajo de largo plazo y a escala, así como también potenciar los servicios medioambientales. El caso europeo es un gran ejemplo, donde la producción de servicios medioambientales por unidad de producto bruto interno creció más de un 50% durante la última década, con la generación de 4 millones de puestos de empleo vinculados a dicho sector. El Banco Mundial estima que en los próximos diez años se invertirán 6 billones de euros en tecnologías limpias en países en desarrollo, con un acceso por parte de las pymes a más de 1,5 billones de euros. Es decir que las oportunidades son concretas y se encuentran sustentadas en datos.
Este es sólo un ejemplo de lo que la economía circular y la generación de conciencia ambiental puede generar para un país como el nuestro y, por, sobre todo, para una ciudad como Buenos Aires, donde la generación de conocimiento y servicios se encuentra disponible y con alta capacidad operativa y la disminución de RSU se tornó una variable crítica.
Por otro lado, resulta menester acompañar con legislaciones pertinentes, no sólo en materia de regulación de plásticos de un solo uso, educación ambiental y demás aspectos que hacen al consumidor final y al ciudadano, sino a nivel productivo : La Ciudad de Buenos Aires es anfitriona de los primeros comercios que buscan un cambio de paradigma, a través del concepto cero envases y venta a granel, productos compostables, biodegradables, composteras, soluciones sustentables basadas en nuevas tecnologías, etc.
Los datos indican que el 68% de los residentes del AMBA consideran que el estado debería dar mayor incentivo a los privados que utilizan métodos de producción sustentables, mientras que el 54% considera que el estado no brinda interés a asuntos medioambientales. Es preciso apalancar este tipo de emprendimientos con legislaciones ágiles que tiendan a modernizar la gobernanza y sepan acompañar estos nuevos desarrollos. Es decir, debemos apuntar a una legislación positiva que incentive y no desmotive la búsqueda de soluciones y oportunidades.
Al mismo tiempo, el aumento en la difusión de información ambiental y la participación ciudadana es menester si buscamos aliviar un sistema de gestión de residuos que, como hemos visto a nivel presupuestal, se verá inevitablemente mermado en su capacidad de mantener los niveles actuales y mucho más en incrementarlos con el fin de avanzar en la recuperación y reutilización.
Como hemos mencionado, la articulación entre los generadores domésticos, los porteros de edificio y las cooperativas recuperadoras es una herramienta vital para la correcta disposición y manejo de residuos.
Sin dudas, otro punto para tener en cuenta es la generación de energía a partir de los residuos, ya sea mediante digestión anaeróbica o la producción de combustibles derivados de residuos (solo por citar algunas) y el correcto manejo de la incineración es otro aspecto para tener en cuenta, así como también la responsabilidad extendida a productores que permitan tomar conciencia acerca del valor final de las decisiones de consumo que tomamos cada uno de los habitantes de nuestra ciudad.