El cierre del Aeropuerto de El Palomar fue uno de los hechos más polémicos de la semana. A pesar de los posibles motivos existentes, el gobierno prefirió guardar silencio al respecto de los motivos detrás de este cierre. Sin embargo, siempre fue clara la intención política de mantener un Estado protector respecto de su aerolínea bandera contra cualquier competencia posible.
Lo cierto es que este Aeropuerto presenta particularidades y dificultades desde su asignación para uso comercial. Desde el inició de sus vuelos, existieron conflictos con vecinos, quienes presentaron un amparo exigiendo informes de impacto ambiental, los cuales fueron presentados a destiempo para, además, ser objetados en múltiples instancias por errores y omisiones. Las audiencias públicas también se realizaron en condiciones y tiempos que no eran los correspondientes mientras los vuelos ya operaban desde la terminal.
Por otro lado, es menester recordar que dicha base fue escenario de los vuelos de la muerte realizados durante el último golpe de estado acontecido en nuestro país, lo cual convierte al sitio en un sitio protegido por la Ley 26.691 (Ley de la Memoria) para protección de pruebas de lesa humanidad.
Es decir, que además del particular conflicto de intereses políticos presente, se suman una serie de irregularidades arrastradas que ponen a dicho Aeropuerto en el ojo de la tormenta política en la que vivimos. Sin embargo, no es la primera vez que ocurren estas irregularidades, ni tampoco es la primera vez que decisiones y medidas adoptadas por los gobiernos de turno en sus grescas de poder repercuten de lleno en el acceso a derechos y posibilidades de los habitantes de nuestro país.
Es en estas discusiones y en estos escenarios poco claros donde se pierden en mezquindades las políticas y discusiones de fondo; aquellas que modifican la vida de las personas y mejoran su calidad.
Resulta importante que como ciudadanos entendamos que este cierre solo beneficia a ciertos empresarios y sindicatos a costa del resto de los argentinos. El cierre del palomar es parte de una estrategia premeditada para eliminar a la industria de los vuelos low-cost. Este sector proporcionó una cantidad increíble de beneficios en un periodo muy corto de tiempo.
Entre 2015 y 2019 Argentina tuvo el crecimiento más importante de su historia en materia de pasajeros. La aparición de los low cost abrió nuevas rutas comerciales, especialmente en el interior del país. La búsqueda de rentabilidad por parte de estas empresas llevó a la
apertura de nuevas rutas comerciales no explotadas. En 2019 se alcanzó un récord de 16 millones de pasajeros.
También existió una baja sin precedentes en los precios, principalmente debido a la competencia entre aerolíneas. Esto benefició a muchos argentinos que pudieron conocer el país y viajar más barato, incluso muchas veces por primera vez. Solamente en 2018 un millón de argentinos pudo viajar en avión por primera vez en su vida.
Tampoco es cierto que esto haya sido a costa de Aerolíneas Argentinas. La empresa redujo su déficit de 1500 millones a 567 millones en 2019, el mismo año en que alcanzó su máximo histórico de pasajeros transportados.
Además, el sector de low-cost impulsó el proceso de federalización del país. Por lejos, los más beneficiados fueron los pueblos del interior que recibieron flujos turísticos sin precedentes. Entre 2015 y 2019 se abrieron 15 rutas de cabotaje y 18 internacionales que no pasaban por el AMBA. Los aeropuertos que más crecieron fueron los del interior. Asimismo, aeropuertos como el de Corrientes recibieron hasta un 1000% más de pasajeros en 2019 que en 2015 (Fuente: ANAC).
Debemos resetear el modus operandi de nuestro estado. Precisamos decisiones claras y transparentes desde su concepción, que perduren a largo plazo indiferentemente de los colores políticos en el gobierno de turno.
La discusión va más allá de El Palomar: El debate radica en qué democracia buscamos, bajo que valores políticos, con que intenciones y paradigmas de construcción social, y, en última instancia, como buscamos conquistar el desarrollo en su expresión más elemental.
Las Aerolíneas de bandera no son botines de guerra política, ni el derecho a viajar a precios accesibles desde múltiples destinos que conectan a nuestro extenso país es un trofeo que debe disputarse la clase política.
Debemos trabajar para que cada argentino pueda transitar y conocer su país, con las posibilidades que ello implica no sólo en materia de acceso a derechos, sino también en los aspectos económicos y las oportunidades que ello representa.