La emergencia del covid-19 empujó a las naciones a preguntarse cómo efectivamente controlar el esparcimiento y la difusión del virus. Resulta imposible pensar esta pregunta sin darle una centralidad a los individuos. En tanto el virus se esparce como producto del encuentro de sujetos, las primeras medidas que se hicieron necesarias fueron aquellas orientadas a disminuir el contacto entre ellos, pero ¿cómo nos cercioramos de que los contactos sean mínimos? Y más importante, ¿cómo el Estado garantiza el enforcement del aislamiento?
Hay casos interesantes que nos sirven para pensar esta pregunta y el ejemplo paradigmático es el de Corea del Sur. En este caso la información ha tenido protagonismo y a la vez ha despertado suspicacias acerca de los límites del Estado.
Corea del Sur ha logrado no solo combatir al virus, sino que lo ha hecho casi sin detener su economía. Esto es resultado de un fuerte seguimiento por parte del Estado sobre los infectados detectados. Gracias a esto el gobierno coreano pudo detectar al virus y separar a la población con riesgo de contagio antes de que fuera demasiado tarde. Sin embargo, esto se ha logrado a partir de la vigilancia extrema sobre sus ciudadanos.
Corea ha obtenido buenos resultados gracias a que cuenta con información sobre la ubicación en tiempo real de sus habitantes. Hoy el gobierno coreano ante la aparición de casos positivos puede en un instante aislar al infectado, a las personas con las que estuvo en contacto y alertar a sus comunidades . En otras palabras, el gobierno cuenta con herramientas ya que puede conocer dónde se encuentra y dónde ha estado cada uno de sus 51 millones de habitantes.
Esto no ha sido gratuito. El gobierno de Corea hoy puede tomar estas medidas sólo porque ha sufrido el trauma de atravesar la epidemia de SARS en el 2003. Esto le ha permitido al gobierno desarrollar una determinada legislación para que, en caso de emergencias, pueda acceder a información “sensible” sobre su población.
¿Acaso el futuro nos depara un mundo con menos privacidad? ¿Es válido avanzar sobre la intimidad de las personas para protegernos como comunidad? No hay respuestas sencillas, pero parece que debemos prepararnos para relegar ciertos espacios en pos de nuestro bienestar y de los que nos rodean.
Para esto es crucial contar con algunas consideraciones. Deberían ser los Estados los que deben concentrar, preservar y resguardar esta información. Que lo hagan junto o independientemente a las corporaciones es solo una decisión política. Es posible afirmar que en la mayoría de los casos no son los Estados los que hoy más saben acerca de sus ciudadanos, sino que son las corporaciones. Google, Facebook, Apple y un sinfín de “acopiadores de información” saben mucho más sobre nuestros intereses, consumos y rutina de lo que nuestros Estados, o incluso nosotros, conocemos.
Con la última conferencia brindada por los poderes ejecutivos de la Provincia, la Ciudad y la Nación se puso de manifiesto que los argentinos estamos dando un paso clave en el combate de esta epidemia. A partir del anuncio de que quienes retomen sus trabajos deberán descargar la aplicación CuidAR aparecen los primeros interrogantes acerca de la información que esta recopila y cuál será su uso.
Actualmente la aplicación en sus bases y condiciones y en el proceso de registro señala claramente que habrá datos de la geolocalización del dispositivo que serán recopilados y podrán ser utilizados por el gobierno para facilitar el control del covid-19. Incluso señala que la privacidad de esos datos está amparada bajo la ley 25.326 de protección de datos personales, la cual no plantea la geolocalización entre sus puntos. A pesar de estas garantías sería normal que surjan suspicacias acerca de que será de los datos suministrados una vez superada la pandemia y como el Estado preserva la seguridad de estos ante amenazas de terceros.
El trabajo es un derecho. No podemos afectar el acceso al mismo instando a la obligatoriedad de descargar una app. Para ello necesitamos un Congreso abierto y en funciones que determine una medida así con los respectivos mecanismos institucionales, recurriendo al debate y al consenso como herramientas fundamentales. Necesitamos proteger la salud de todos y la mejor forma de hacerlo es garantizando, reforzando y promoviendo los derechos de la gente. Las nuevas herramientas de control que se ponen al alcance de los Estados no pueden ser implementadas sin regulación y límites claros, la pandemia no puede avanzar sobre los derechos sin debate en las Repúblicas. Al final del día nos vemos obligados a caminar por una cuerda floja donde se ponen en juego las libertades ante la necesidad de hacer frente al covid-19. Para transitar estos avatares es crucial apostar por el juego de la democracia. Necesitamos un marco jurídico que ampare a los ciudadanos que sea consensuado en el Congreso y que tenga cómo interés fundamental la protección, el cuidado y el bienestar de los ciudadanos.
¿Qué sacamos de todo esto? Efectivamente necesitamos como sociedad hacer un seguimiento del avance del virus, pero no podemos hacerlo llevándonos puestos derechos. Creo que es positivo y necesario seguir a quienes han dado positivo en los tests para poder garantizar que el virus no se extienda y el correcto acceso al a salud de estas personas. No creo que sea un paso correcto hacer compulsoria la descarga de una aplicación para toda la sociedad, sobre todo cuando no existen limitaciones o reservas sobre el uso, destino o futuro de los datos que serán recolectados.
Ante estos interrogantes y, sobre todo, ante un camino por recorrer surgen las siguientes ideas a tener en cuenta:
- Apostar a un cuerpo normativo que habilite al Estado a acceder a información de las grandes empresas para la protección de sus ciudadanos ante emergencias o causa fundada.
- La información es un bien público y el almacenamiento de ésta no puede depender del sector privado sin participación estatal.
- Apostar a tecnología block-chain para garantizar la inalterabilidad de la información y su posible rastreo.
- Consensuar y aprobar legislación que regule que datos puede disponer el Estado y como los resguarda que este a la altura de los desafíos actuales.
Hoy existe un miedo muy palpable y una incertidumbre enorme producto del covid-19. No podemos dejarnos ganar por estos sentimientos. Es en los momentos más duros donde tenemos que demostrar como sujetos y como colectivo estar a la altura de las circunstancias. Cuando todo esto termine es fundamental que como sociedad y como individuos tengamos más derechos y no menos libertades.