Hoy el centro porteño será testigo de una nueva movilización que reclama, exige y demanda la constitución de un nuevo derecho: la regulación del cannabis.
Hace 10 años que Buenos Aires tiene su propia marcha. El consumo del cannabis ya es un hecho en Argentina y gran parte del mundo y las políticas represivas, persecutorias y punitivistas son un bagaje de una época que ha quedado en la historia.
Hoy el cannabis se presenta en la sociedad en un sinfín de matices. Desde quienes reclaman su uso recreativo hasta quienes han encontrado en su aceite un tratamiento efectivo contra dolores y movimientos involuntarios. El otro lado de la historia son un sinfín de situaciones, producto de una legislación arcaica y desatinada, cultivadores y usuarios son perseguidos y castigados.
Al margen de la discusión sobre la capacidad del Estado de involucrarse en el más íntimo de los fueros la actual normativa resulta incompleta. La mayoría de los casos no cuentan la captura de capos de la droga, sino de pequeños cultivadores que lo que cosechan se destina para su uso personal ¿Es esta una forma eficiente de utilizar los recursos del Estado? La respuesta es: no, es su forma más cómoda.
La situación de ilegalidad de la producción y distribución de esta sustancia y sus derivados empuja a los usuarios a mercados clandestinos donde no tienen garantías ni recursos para protegerse de quienes de manera malintencionada crean estas relaciones. Así, pacientes oncológicos que compran aceite de cannabis para aminorar los dolores que su tratamiento le genera, descubren que fueron estafados. Que lo que ellos creían era un derivado del cannabis es en realidad aceite de cocina vendido a un precio exorbitante.
Por otro lado el cannabis es utilizado por las fuerzas de seguridad como una herramienta para perseguir a poblaciones marginales. No hay que ser un experto en drogas para saber que las consecuencias de fumar un porro un viernes en un bar de Recoleta son diametralmente opuestas a fumar un porro en la puerta de la Villa 31. Este doble estándar que las fuerzas de seguridad han forzado supone un grave ataque a la institucionalidad de la ley y se configura como una de las formas más avanzadas de discriminación hacia las clases marginalizadas.
Por esto es que mañana marchamos. Para que el Estado se haga presente de la forma que corresponde. A través de regulaciones que garanticen el ejercicio de la voluntad de cada individuo en su fuero interno. Que tenga los recursos para poder hacer cumplir una ley que refleje la realidad de los argentinos y que la ejerza de manera igualitaria y democrática.
Hoy se marcha para exigirle al Estado que termine con esta realidad injusta. Desde Plaza de Mayo hasta el Congreso de la Nación. Desde las 17 horas se concentra. La sociedad hoy sale para exigir el derecho a ser respetados en la intimidad, a ser cuidados por el Estado y a tener leyes que nos traten como iguales.