Se aproximan las fiestas y para festejarlas solemos acudir a una costumbre milenaria del agrado de muchas personas, ya que su uso es considerado sinónimo de alegría, entusiasmo y goce: lanzar fuegos artificiales. Sin embargo, detrás de este jolgorio para algunos, existen personas y otros seres vivos que se ven damnificados y sufren las consecuencias sonoras de su uso. Bebes, ancianos, niños con autismo, animales ya sean o no domésticos, son los sectores mas vulnerados por su utilización irracional y desmedida.
Cuando se utilizan fuegos artificiales, la población se encuentra expuesta voluntaria o involuntariamente a fuentes sonoras de gran intensidad que en ocasiones pueden resultar irreversibles por lesionar estructuras del oído interno. Una bomba de estruendo alcanza los 190 decibeles y un mortero los 145 decibeles, mientras que el oído tiene la capacidad de tolerar sonidos hasta 90 decibeles sin que se produzca daño.
Para las personas con autismo, las fiestas se convierten en un verdadero calvario por el uso de la pirotecnia. El TEA, es decir el Trastorno del Espectro Autista, tiene entre sus síntomas la hipersensibilidad en sus sentidos y sobre todo la auditiva. Las personas que presentan dicho trastorno son súper sensibles a los estímulos externos: sonidos, imágenes, olores, y por lo tanto la pirotecnia los afecta directamente. Generalmente, como reacción a estos estímulos tan fuertes pueden responder tapándose los oídos muy fuerte, teniendo crisis de llanto, de gritos, o hasta llegan a autolesionarse. Toman, por lo general, una posición agresiva para comunicar que los ruidos les molestan.
Con respecto a los animales, el uso de pirotecnia genera taquicardia, temblores, falta de aire, náuseas, aturdimiento, pérdida de control, miedo y/o muerte. Los efectos en los animales son diversos y de diferente intensidad y gravedad. Los perros suelen sentir temor y al huir pueden ser víctimas de accidentes o perderse. Las aves reaccionan frente a los estruendos con taquicardias que pueden provocarles la muerte; los gatos suelen correr detrás de los explosivos por simple curiosidad pudiendo ingerirlos, perder la vista o lesionarse.
Por estos motivos, y porque entendemos que las fiestas tienen que ser felices para todos, apoyamos la presentación y promulgación del proyecto de ley “Felices Fiestas para Todos”, el cual busca habilitar la comercialización y uso de solo la pirotecnia sonora que genere no más de 70 decibeles de contaminación sonora (equivalente actual a lo que consideran ruidos molestos en áreas levemente ruidosas de la ciudad), y la pirotecnia lumínica. Esta medida tiene por objeto eliminar los efectos negativos que la utilización de fuegos artificiales genera en los grupos anteriormente mencionados.
El proyecto busca además, promover en la Ciudad de Buenos Aires los espectáculos lumínicos manipulados por personal idóneo, en lugares previamente establecidos y bajo normas de seguridad claras que posibiliten un desarrollo normal y seguro.