Del lado de la Universidad Pública

Soy Arturo. Pude recibirme de Administrador porque la Universidad es pública y gratuita. La mayoría de las Universidades Nacionales no han comenzado las clases debido al recorte presupuestario y la terrible oferta salarial docente.

Hace unos días escribía estas líneas en Twitter. Como yo, miles de personas replicaron este mensaje contando sus historias con la universidad pública. No es novedad la desinversión que sufren universidades, colegios secundarios y escuelas primarias en nuestro país. Lo que si sorprende es el poco compromiso para reactivar un sector crucial en el avance y el desarrollo de cualquier Estado.

Precisamente, es el Estado aquí el que disminuye sus propios recursos ¿A expensas de qué? La fe, tercerizaciones, beneficios para el sector privado. Una de las grandes deudas de la democracia, tema del que no se logra hablar sin chicanas ni falsas promesas sin importar el tono político del gobierno.

Docentes, investigadores y estudiantes viven en carne propia el impacto de la falta de recursos en las universidades nacionales. La deserción, el desarraigo, la impotencia de saber que tenés que dejar aquello por lo que sentís pasión porque las circunstancias que te rodean desbordan injusticias. La amargura de saber que el conocimiento -contra todo lo que nos han enseñado- tiene un límite y es económico.

¿Cómo podemos hacer frente a tanta injusticia? ¿A esta deuda retardada? Argentina supo ser vanguardista en políticas de educación. Cuna de la reforma universitaria que se replico por toda América. Hogar de ganadores de premios Nobel en distintas ramas del conocimiento. De avanzada en materia de investigación y desarrollo. Sin embargo, todo eso parece lejano. Parte de una Argentina entrañable.

Estoy convencido de los argentinos podemos volver a hermanarnos, dejar nuestras diferencias de lado, y concordar que solo con la educación podremos sacar al país adelante. Una educación que además debe ser pública, gratuita, laica e inclusiva. Donde la calidad y la excelencia sean dos estandartes de esta. La sociedad tiene un convencimiento y es por ello que siempre que la educación pública estuvo en peligro, fue defendida. Por sus estudiantes y docentes primero y por toda la sociedad después.

Es por eso por lo que una vez más estoy del lado de la Universidad Pública e invito a todos a sumarse. Porque sigue siendo la herramienta de transformación social más importante que tenemos, porque es parte de la historia de los argentinos y porque una vez más podemos contar con la posibilidad de construir un consenso. La reivindicación salarial de los docentes es más que válida. Como argentinos llevamos arrastrando este problema hace más de 20 años. Es hora que sentemos las bases para pensar la educación que nos merecemos en el futuro.

 

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